domingo, 13 de marzo de 2011

Racionalismo helenístico y romano


Durante el período helenístico, la mitología adquirió el prestigio de conocimiento elitista que señalaba a sus poseedores como pertenecientes a cierta clase. Al mismo tiempo, el giro escéptico de la edad clásica se hizo incluso más pronunciado. El mitógrafo griego Evémero fundó la tradición de buscar una base histórica real para los seres y sucesos mitológicos. Aunque su obra original (Escrituras sagradas) se ha perdido, se sabe mucho de ella por lo que registraron Diodoro Sículo y Lactancio.
Las hermenéuticas racionalizadoras de la mitología se hicieron aún más populares bajo el Imperio romano, gracias a las teorías fisicalistas de la filosofía estoica y epicúrea. Los estoicos presentaban explicaciones de los dioses y los héroes como fenómenos físicos, mientras los evemeristas los racionalizaban como personajes históricos. Al mismo tiempo, los estoicos y los neoplatónicos promovían los significados morales de la tradición mitológica, basados a menudo en las etimologías griegas. Mediante su mensaje epicúreo, Lucrecio había buscado expulsar los temores supersticiosos de las mentes de sus conciudadanos. Livio también fue escéptico respecto a la tradición mitológica y afirmaba que no intentaba enjuiciar tales leyendas (fabulae). El desafío para los romanos con un fuerte sentido apologético de la tradición religiosa era defender esa tradición mientras concedían que a menudo era un caldo de cultivo para la superstición. El anticuario Varrón, que consideraba la religión una institución humana de gran importancia para la preservación del bien en la sociedad, dedicó rigurosos estudios a los orígenes de los cultos religiosos. En su Antiquitates Rerum Divinarum (que no se conserva, aunque La ciudad de Dios de Agustín señala su enfoque general) Varrón argumenta que mientras el hombre supersticioso teme a los dioses, la auténtica persona religiosa los venera como a padres. En su obra distinguía tres tipos de dioses:
1. Dioses de la naturaleza: personificaciones de fenómenos tales como la lluvia y el fuego. 
2. Dioses de los poetas: inventados por bardos sin escrúpulos para incitar las pasiones. 
3. Dioses de la ciudad: inventados por sabios legisladores para tranquilizar e iluminar al pueblo. 
El académico romano Cotta ridiculizó tanto la aceptación literal de los mitos como la alegórica, declarando rotundamente que no tenían lugar en la filosofía. Cicerón desdeñaba generalmente los mitos, pero —como Varrón— hacía énfasis en su apoyo a la religión estatal y sus instituciones. Es difícil saber cuán bajo se extendía este racionalismo en la escala social. Cicerón afirma que nadie (ni siquiera las viejas y los niños) es tan tonto como para creer en los terrores del Hades o la existencia de Escila, los centauros u otras criaturas compuestas, pero por otra parte el orador se queja el resto del tiempo del carácter supersticioso y crédulo de la gente. De natura deorum es el resumen más exhaustivo de Cicerón de esta línea de pensamiento. 


kevin Perez

18226153

CRF

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