lunes, 14 de marzo de 2011

Época clásica (IV y V a. C.):

Características generales: 1. Frente al arte religioso y tradicional de Mesopotamia y Egipto (influencias orientales), la escultura griega se presenta como humanista, al principio el tema es el hombre, pero hay una clara evolución desde el esquematismo hacia el naturalismo. 2. El tema predominante es la figura humana, y predominan sobre todo los desnudos, siendo secundaria la animalística. 3. Los materiales utilizados son el mármol, la piedra y el bronce. Se utilizan en menor medida el marfil y el oro, o la combinación de éstos: crisoelefantino. 4. La mayoría de las obras de los maestros griegos se conocen por copias realizadas por los romanos. 5. Hay una profunda evolución de la escultura griega a lo lardo de las etapas de dicha escultura, es decir, aunque en sus inicios (época arcaica) hay una clara influencia de Mesopotamia y Egipto, llegó a crear modelos originales que se distanciaron claramente de sus primeras obras escultóricas. Características como la expresión, el movimiento, el volumen, etc., fueron consiguiéndose poco a poco. En la época arcaica final, la búsqueda principal fue la conquista de la representación del cuerpo humano; en la clásica, realismo e idealismo se combinan en igual medida; en el helenismo, el realismo se impuso al idealismo.
Época arcaica (XVII y VI a. C.): Las primeras esculturas que e realizaron fueron las Xoana, que recuerdan al tronco de un árbol, con un ligero estrechamiento en la cintura (sólo se conocen por textos literarios). Los principales temas son los Kouros y las Kores.
1. Kouros: son representaciones de atletas desnudos y tienen convencionalismos típicos del arte antiguo: frontalidad; simetría; hieratismo (rigidez en las articulaciones), por lo que no hay sensación de movimiento; pies sólidamente apoyados en el suelo, el izquierdo se adelanta, pero el cuerpo se apoya en los dos; escaso estudio de la anatomía; inexpresividad en los rostros, ojos abultados y almendrados, grades pómulos, barbilla y mentón muy marcados, sonrisa arcaica; cabellos con disposición geométrica. En el largo periodo de tiempo en que se realizaron, desde la segunda mitad del s. VII hasta el s. V sufrieron una evolución importante. Los convencionalismos son muy fuertes al principio, desapareciendo casi prácticamente al final en una clara conquista del realismo. Como ejemplos de esta etapa destacamos numerosos Kouroi, como el de Anavisos, El Kouros de Melos, etc. Otras obras a destacar son el Moscóforo (precedente de la figura del buen pastor en la iconografía paleocristiana) y también el Apolo de Piombino, de bronce.
2. Kores: Son imágenes de sacerdotisas, y es por esto que van vestidas. Se han encontrado imágenes de éstas en diferentes tamaños, la mayoría proceden de la Acrópolis. Al igual que los Kouroi, eran figuras policromadas y tienen los mismos convencionalismos que las esculturas masculinas. Experimentaron también una evolución en el sentido de mayor realismo centrado en cabellos y ropaje. Los cabellos son largos formando tirabuzones. En un principio se parten en dos separándose hacia delante, después se desplazan hacia atrás, y finalmente se recogen en la nuca con un moño (al igual que en los Kouroi). Al principio, vestían el pelo dórico (túnica suelta pero ajustada a la cintura) posteriormente la túnica y el chitón jónico. Se realizaron en distintas escuelas: Ática, Jónica y Peloponésica.
Escultura de transición a la época clásica. Periodo severo (560 al 470 a. C.):
Durante este periodo hay una evolución en varios aspectos: mayor movimiento, mayor estudio anatómico y de los ropajes, idealización y equilibrio.
1. Los frontones: Aunque en un principio fueron decorados con pinturas, muy pronto se impuso la decoración con relieves. Estos espacios triangulares plantean dificultades técnicas, pues los espacios para localizar las figuras con desiguales. La primera solución técnica la aporta el templo de Medusa en la isla de Korfú (época arcaica). Aquí el problema se resolvió con la utilización de figuras a diferentes escalas, pero no triunfó. Fue en los frontones de Atenea Afaia en la isla de Egina, y en el de Zeus en Olimpia cuando los escultores adoptaron una solución más realista: no se utiliza distinta escala, sino que las posturas y el movimiento se adaptan a los diferentes espacios.
Época clásica (IV y V a. C.):
En este periodo la escultura alcanza la máxima perfección en la representación de la figura humana. Hay un intento de representar la realidad (realismo idealizado). La escultura refleja un mundo de seres perfectos que difícilmente podemos encontrar en la realidad. Los autores del s. V captan la belleza ideal, basada en la proporción y la armonía. Se da un estudio más detallado de anatomía, cabello, etc. Posturas más naturales, e incluso asombrosas, con separación de los brazos y las piernas, que intentan captar la energía y el movimiento. Los rostros manifiestan estados de serenidad y equilibrio. En el siglo IV los escultores dan mayor importancia a la expresión de los sentimientos en los rostros, y mayor movimiento.

 


kevin Perez


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domingo, 13 de marzo de 2011

Época clásica (IV y V a. C.):

Características generales: 1. Frente al arte religioso y tradicional de Mesopotamia y Egipto (influencias orientales), la escultura griega se presenta como humanista, al principio el tema es el hombre, pero hay una clara evolución desde el esquematismo hacia el naturalismo. 2. El tema predominante es la figura humana, y predominan sobre todo los desnudos, siendo secundaria la animalística. 3. Los materiales utilizados son el mármol, la piedra y el bronce. Se utilizan en menor medida el marfil y el oro, o la combinación de éstos: crisoelefantino. 4. La mayoría de las obras de los maestros griegos se conocen por copias realizadas por los romanos. 5. Hay una profunda evolución de la escultura griega a lo lardo de las etapas de dicha escultura, es decir, aunque en sus inicios (época arcaica) hay una clara influencia de Mesopotamia y Egipto, llegó a crear modelos originales que se distanciaron claramente de sus primeras obras escultóricas. Características como la expresión, el movimiento, el volumen, etc., fueron consiguiéndose poco a poco. En la época arcaica final, la búsqueda principal fue la conquista de la representación del cuerpo humano; en la clásica, realismo e idealismo se combinan en igual medida; en el helenismo, el realismo se impuso al idealismo. 
Época arcaica (XVII y VI a. C.): Las primeras esculturas que e realizaron fueron las Xoana, que recuerdan al tronco de un árbol, con un ligero estrechamiento en la cintura (sólo se conocen por textos literarios). Los principales temas son los Kouros y las Kores. 
1. Kouros: son representaciones de atletas desnudos y tienen convencionalismos típicos del arte antiguo: frontalidad; simetría; hieratismo (rigidez en las articulaciones), por lo que no hay sensación de movimiento; pies sólidamente apoyados en el suelo, el izquierdo se adelanta, pero el cuerpo se apoya en los dos; escaso estudio de la anatomía; inexpresividad en los rostros, ojos abultados y almendrados, grades pómulos, barbilla y mentón muy marcados, sonrisa arcaica; cabellos con disposición geométrica. En el largo periodo de tiempo en que se realizaron, desde la segunda mitad del s. VII hasta el s. V sufrieron una evolución importante. Los convencionalismos son muy fuertes al principio, desapareciendo casi prácticamente al final en una clara conquista del realismo. Como ejemplos de esta etapa destacamos numerosos Kouroi, como el de Anavisos, El Kouros de Melos, etc. Otras obras a destacar son el Moscóforo (precedente de la figura del buen pastor en la iconografía paleocristiana) y también el Apolo de Piombino, de bronce. 
2. Kores: Son imágenes de sacerdotisas, y es por esto que van vestidas. Se han encontrado imágenes de éstas en diferentes tamaños, la mayoría proceden de la Acrópolis. Al igual que los Kouroi, eran figuras policromadas y tienen los mismos convencionalismos que las esculturas masculinas. Experimentaron también una evolución en el sentido de mayor realismo centrado en cabellos y ropaje. Los cabellos son largos formando tirabuzones. En un principio se parten en dos separándose hacia delante, después se desplazan hacia atrás, y finalmente se recogen en la nuca con un moño (al igual que en los Kouroi). Al principio, vestían el pelo dórico (túnica suelta pero ajustada a la cintura) posteriormente la túnica y el chitón jónico. Se realizaron en distintas escuelas: Ática, Jónica y Peloponésica. 
Escultura de transición a la época clásica. Periodo severo (560 al 470 a. C.): 
Durante este periodo hay una evolución en varios aspectos: mayor movimiento, mayor estudio anatómico y de los ropajes, idealización y equilibrio. 
1. Los frontones: Aunque en un principio fueron decorados con pinturas, muy pronto se impuso la decoración con relieves. Estos espacios triangulares plantean dificultades técnicas, pues los espacios para localizar las figuras con desiguales. La primera solución técnica la aporta el templo de Medusa en la isla de Korfú (época arcaica). Aquí el problema se resolvió con la utilización de figuras a diferentes escalas, pero no triunfó. Fue en los frontones de Atenea Afaia en la isla de Egina, y en el de Zeus en Olimpia cuando los escultores adoptaron una solución más realista: no se utiliza distinta escala, sino que las posturas y el movimiento se adaptan a los diferentes espacios. 
Época clásica (IV y V a. C.): 
En este periodo la escultura alcanza la máxima perfección en la representación de la figura humana. Hay un intento de representar la realidad (realismo idealizado). La escultura refleja un mundo de seres perfectos que difícilmente podemos encontrar en la realidad. Los autores del s. V captan la belleza ideal, basada en la proporción y la armonía. Se da un estudio más detallado de anatomía, cabello, etc. Posturas más naturales, e incluso asombrosas, con separación de los brazos y las piernas, que intentan captar la energía y el movimiento. Los rostros manifiestan estados de serenidad y equilibrio. En el siglo IV los escultores dan mayor importancia a la expresión de los sentimientos en los rostros, y mayor movimiento. 


kevin Perez

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Evolución de la escultura griega

Características generales: 1. Frente al arte religioso y tradicional de Mesopotamia y Egipto (influencias orientales), la escultura griega se presenta como humanista, al principio el tema es el hombre, pero hay una clara evolución desde el esquematismo hacia el naturalismo. 2. El tema predominante es la figura humana, y predominan sobre todo los desnudos, siendo secundaria la animalística. 3. Los materiales utilizados son el mármol, la piedra y el bronce. Se utilizan en menor medida el marfil y el oro, o la combinación de éstos: crisoelefantino. 4. La mayoría de las obras de los maestros griegos se conocen por copias realizadas por los romanos. 5. Hay una profunda evolución de la escultura griega a lo lardo de las etapas de dicha escultura, es decir, aunque en sus inicios (época arcaica) hay una clara influencia de Mesopotamia y Egipto, llegó a crear modelos originales que se distanciaron claramente de sus primeras obras escultóricas. Características como la expresión, el movimiento, el volumen, etc., fueron consiguiéndose poco a poco. En la época arcaica final, la búsqueda principal fue la conquista de la representación del cuerpo humano; en la clásica, realismo e idealismo se combinan en igual medida; en el helenismo, el realismo se impuso al idealismo. 
Época arcaica (XVII y VI a. C.): Las primeras esculturas que e realizaron fueron las Xoana, que recuerdan al tronco de un árbol, con un ligero estrechamiento en la cintura (sólo se conocen por textos literarios). Los principales temas son los Kouros y las Kores. 
1. Kouros: son representaciones de atletas desnudos y tienen convencionalismos típicos del arte antiguo: frontalidad; simetría; hieratismo (rigidez en las articulaciones), por lo que no hay sensación de movimiento; pies sólidamente apoyados en el suelo, el izquierdo se adelanta, pero el cuerpo se apoya en los dos; escaso estudio de la anatomía; inexpresividad en los rostros, ojos abultados y almendrados, grades pómulos, barbilla y mentón muy marcados, sonrisa arcaica; cabellos con disposición geométrica. En el largo periodo de tiempo en que se realizaron, desde la segunda mitad del s. VII hasta el s. V sufrieron una evolución importante. Los convencionalismos son muy fuertes al principio, desapareciendo casi prácticamente al final en una clara conquista del realismo. Como ejemplos de esta etapa destacamos numerosos Kouroi, como el de Anavisos, El Kouros de Melos, etc. Otras obras a destacar son el Moscóforo (precedente de la figura del buen pastor en la iconografía paleocristiana) y también el Apolo de Piombino, de bronce. 
2. Kores: Son imágenes de sacerdotisas, y es por esto que van vestidas. Se han encontrado imágenes de éstas en diferentes tamaños, la mayoría proceden de la Acrópolis. Al igual que los Kouroi, eran figuras policromadas y tienen los mismos convencionalismos que las esculturas masculinas. Experimentaron también una evolución en el sentido de mayor realismo centrado en cabellos y ropaje. Los cabellos son largos formando tirabuzones. En un principio se parten en dos separándose hacia delante, después se desplazan hacia atrás, y finalmente se recogen en la nuca con un moño (al igual que en los Kouroi). Al principio, vestían el pelo dórico (túnica suelta pero ajustada a la cintura) posteriormente la túnica y el chitón jónico. Se realizaron en distintas escuelas: Ática, Jónica y Peloponésica. 
Escultura de transición a la época clásica. Periodo severo (560 al 470 a. C.): 
Durante este periodo hay una evolución en varios aspectos: mayor movimiento, mayor estudio anatómico y de los ropajes, idealización y equilibrio. 
1. Los frontones: Aunque en un principio fueron decorados con pinturas, muy pronto se impuso la decoración con relieves. Estos espacios triangulares plantean dificultades técnicas, pues los espacios para localizar las figuras con desiguales. La primera solución técnica la aporta el templo de Medusa en la isla de Korfú (época arcaica). Aquí el problema se resolvió con la utilización de figuras a diferentes escalas, pero no triunfó. Fue en los frontones de Atenea Afaia en la isla de Egina, y en el de Zeus en Olimpia cuando los escultores adoptaron una solución más realista: no se utiliza distinta escala, sino que las posturas y el movimiento se adaptan a los diferentes espacios. 
Época clásica (IV y V a. C.): 
En este periodo la escultura alcanza la máxima perfección en la representación de la figura humana. Hay un intento de representar la realidad (realismo idealizado). La escultura refleja un mundo de seres perfectos que difícilmente podemos encontrar en la realidad. Los autores del s. V captan la belleza ideal, basada en la proporción y la armonía. Se da un estudio más detallado de anatomía, cabello, etc. Posturas más naturales, e incluso asombrosas, con separación de los brazos y las piernas, que intentan captar la energía y el movimiento. Los rostros manifiestan estados de serenidad y equilibrio. En el siglo IV los escultores dan mayor importancia a la expresión de los sentimientos en los rostros, y mayor movimiento. 


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La evolución de los templos griegos

• Época arcaica. Siglos VII y VI a. C. Los templos que encontramos durante este periodo se caracterizan sobre todo por la utilización del orden dórico. Su fisionomía es de edificios sólidos y pesados. Ello se debe fundamentalmente a la gran anchura que tiene el fuste de sus columnas, y también al escaso espacio que hay entre los intercolumnios. Además, en esta etapa, equino y ábaco son de grandes dimensiones. Los edificios más importantes de esta época son: los templos de Paestum, en la magna Grecia; el templo de Atenea Afaia, en la isla de Egina; El Tholos de Marmaria, en Delfos; el Tesoro de los Atenienses, en Delfos también. 
• Época clásica. Siglos V y IV a. C. Nos centraremos básicamente en la Acrópolis (ciudad elevada) y en el principal conjunto arquitectónico monumental integrado por varios templos. Entre ellos destacamos el Partenón, los propileos (acceso principal), el pequeño templo de Atenea Niké y el Erecteion, todos ellos realizados en mármol. - Partenón: Este templo fue realizado en la época de Pericles y sus arquitectos fueron Calícrates e Ictinos. La decoración escultórica fue realizada por Fidias (escuela de Fidias). Este templo se construyó para albergar la escultura de la diosa Atenea Partenos (escultura crisoelefantina). Este templo de orden dórico es octástilo y períptero. Se estilizan los fustes, etc. En él se llevaron a cabo una serie de correcciones ópticas cuyo resultado es la armonía y el perfecto equilibrio de dicha constitución. - Los propileos: Constituyen el acceso monumental de la acrópolis. Fueron realizados 10 años después de la construcción del Partenón por Mnesicles. La escalinata de acceso desemboca en una zona porticada de columnas. - A la derecha de estos se sitúa el pequeño templo de Atenea Niké (atenea victoriosa). Tiene una única nave, es tetrástilo, anfipróstilo y jónico. - El Erecteion: Fue construido para albergar las figuras de los dioses procedentes del antiguo Partenón. Su planta es atípica. Este templo destaca sobre todo por sus dos espacios porticados: uno es un pórtico jónico y el otro es el mundialmente conocido de las cariátides. 
• Época helenística. Año 323 a. C. al 23 a. C. Durante este periodo se generaliza el uso del orden Corintio. De este periodo destaca el templo de Zeus olímpico que se encuentra en Atenas y sería del s. II a. C. También el altar de Zeus en Pérgamo, ciudad de Asia Menor. Este templo es característico de los templos abiertos que aparecen durante esta etapa, en el que destaca un zócalo decorado con relieves. A él se accede a través de una escalinata que desemboca en un pórtico de orden jónico. 
El teatro: El teatro es uno de los mejores ejemplos en los que la forma se adapta perfectamente a la función que tenían. Era un espacio reservado para la representación de las tragedias y comedias clásicas. Las primeras representaciones se hicieron en honor del rey Dionisos (Baco romano). Los teatros más conocidos son: el de Dionisos (Atenas), y el de Epidauro. El teatro respondía a una distribución clara de espacios y solía aprovechar el desnivel del terreno, donde colocaban el theatron o cavea (gradas). El siguiente espacio era la orquestra donde recitaban los coros, y por último la skene o escena, donde actuaban los personajes o actores principales. El modelo de este teatro, posiblemente, aparecería en al época clásica. 


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Los órdenes griegos

Son los creadores de tres órdenes: dórico, jónico, y corintio. 
- Dórico: Es el más antiguo y el menos esbelto y decorado. Se relaciona con lo masculino. En él, la columna se apoya directamente sobre el estereóbato, ya que este orden carece de basa. El fuste es troncocónico (el fuste es más ancho en la parte inferior que en la superior), y los fustes no son lisos, sino que tienen estrías de arista viva. El collarino, que es una especia de acanaladura, da paso al capitel, compuesto de equino y ábaco. Sobre este último se encuentra el entablamento: el arquitrabe es liso; el friso está dividido en triglifos y metopas (con decoración escultórica en relieve); la cornisa es lisa. Todo ello era cubierto por un tejado a dos aguas o vertientes. Dejaba en la parte anterior y posterior del edificio dos frontones triangulares cuyo interior, denominado tímpano, estaba decorado con esculturas. 
- Jónico: Es más esbelto y decorado que el anterior. El estilóbato (último escalón del estereóbato) aparece separado del fuste por la basa, formada por una serie de cuerpos cóncavos y convexos. El fuste es más fino y alto y tiene estrías de cantos planos. Lo más característico es su capitel, compuesto por volutas y ábaco decorado. El entablamento: su arquitrabe tiene tres franjas; el friso es corrido y recibe decoración escultórica en todo su perímetro; la cornisa está formada por tres bandas que van aumentando de tamaño hacia la techumbre. 
- Corintio: Es prácticamente una reproducción del jónico, pero cambia el capitel, que presenta decoración vegetal a base de hojas de acanto. Es el más tardío (s. V) y también el más esbelto y decorado. 
Los templos griegos: Atendiendo a la forma de su planta pueden ser: - Circulares: Suelen tener una nave, son sencillos y están rodeados por un pórtico de columnas. 
- Rectangulares: Están divididos en tres partes: pronaos, una especie de vestíbulo que suele estar porticado; la naos o cella, donde se situaba la estatua o figura del dios correspondiente al que se hacía referencia; el opistodomos: para los tesoros del Dios. Ésta no tiene conexión con la cella y se accede a ella por la parte posterior. Este templo se situaba sobre el estereóbato. El templo fue evolucionando progresivamente, desde los primeros realizados en madera y piedra, hasta llegar a algunos construidos en mármol, como los situados en la Acrópolis. La clasificación de los templos se hace atendiendo, o bien al tipo de orden, o bien al número de columnas en sus lados menores: in antis (2), tetrástilo (4), exástilo (6), octástilo (8). 
Según la disposición de las columnas pueden ser: próstilos, cuando sólo están en la fachada principal; anfipróstilos, cuando aparecen en la parte anterior y posterior; períptero, cuando está rodeado de columnas en todos sus lados; díptero, cuando dos filas de columnas rodean todos sus lados. 


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Elementos esenciales de la cultura griega

Características generales: 

1. Arquitectura adintelada o arquitrabada, predominio de las líneas verticales y horizontales. 
2. El material más utilizado es la piedra. El mármol no se utilizará hasta el siglo V debido al difícil trabajo de éste. 
3. El arte clásico presenta una conjunción entre arquitectura, escultura y pintura. 
4. Mayor valoración del espacio exterior, que es más importante que el espacio interior. 
5. El edificio suele estar policromado: azul en los triglifos, rojo en las metopas, y dorado en los planos. 
6. Buscan la perfección matemática, por ello utilizarán una serie de correcciones ópticas para lograr edificios armónicos o equilibrados: - El fuste de la columna tiende a ser estrechado por el ojo humano cuando es recto. Para corregir esto se aplicaba éntasis o engrosamiento de dicha columna en la parte central. - Se arquean ligeramente tanto los arquitrabes como los estilóbatos, ya que el ojo humano tiende a combar ligeramente las líneas horizontales, dando así una sensación visual de total rectitud. - Las columnas de los extremos se acercan algo más que el resto a sus respectivas compañeras, ya que es en ellas donde la luz incide con más fuerza, lo que resta nitidez, que de esta forma se recupera gracias al juego de sobras. Estas se inclinan ligeramente en talud para conseguir también, de esta forma, la máxima verticalidad óptica. - Separación de los intercolumnios. 


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la cultura romana

Roma fue incorporando nuevos elementos culturales al ritmo de sus conquistas, sobre todo de la tradición helenística, y los romanos fueron imponiendo, a su vez, sus valores culturales a lo largo de su imperio en el proceso que se conoce como romanización. Un claro ejemplo de esto es la expansión de la lengua oficial romana, el latín, que comenzó a hablarse en todo el imperio. De esta lengua derivarán gran parte de los idiomas modernos, como el italiano, el español y el francés. 
El florecimiento de la cultura romana se dio en la época de Augusto, en la que se desarrolló un notable movimiento artístico y literario al que se llamó "la edad de oro" o "el siglo de Augusto". 
Literatura 
El pasado, el porvenir, el hombre, su conducta y la gloria de su patria fueron los principales temas de la literatura romana. Es notable la influencia griega en las formas y en los contenidos. 
Los historiadores romanos se esforzaban por recordar a sus contemporáneos su pasado glorioso e incentivar su espíritu patriótico. El propio Julio César (100-43 a. C.) escribió libros históricos como Comentarios de la guerra de las Galias y Comentarios de las guerras civiles, donde narra episodios de los que fue protagonista. Tito Livio (59 a. C.) fue junto con Tácito (55-120 a. C.) uno de los más grandes historiadores romanos. Escribió Historia de Roma, que sigue siendo hoy una imprescindible fuente de consulta. 
En teatro, se destacaron Plauto (254-184 a. C.), autor de comedias populares sobre la vida cotidiana, y Terencio (185-159 a. C), que escribía para los sectores más ilustrados tomando las enseñanzas y consejos de los autores griegos. 
Los grandes poetas fueron Cátulo (87-54 a. C.), que usó la ironía para hablar de los políticos romanos; Horacio (65 -8 a. C.), quien describió en su poesía el ambiente popular de Roma, y Virgilio (70-19 a. C.), que fue llamado el gran poeta nacional. Éste último fue un gran amigo de Augusto y a su pedido escribió Las Geórgicas donde exalta el sentimiento nacional y el amor a la tierra. En la Eneida relata los orígenes de Roma, tomando como ejemplo a la Ilíada. 
El gran maestro de la oratoria (el arte de escribir y decir discursos) fue Cicerón (106-43 a.C.) Fueron célebres sus discursos como Las Catilinarias, en las que denuncia una conspiración contra la república. También se destacó como pensador y filósofo. 
El gran filosofo romano fue Séneca (4 a. C.-65 d. C.) autor de varias obras filosóficas y de tragedias en verso. Dijo: "El dinero no cambia a los hombres, simplemente los desenmascara". 
El derecho romano 
El conjunto de leyes e instituciones judiciales creadas por los romanos son la base de nuestro sistema jurídico actual. El sujeto del derecho romano era el ciudadano, al que se le aplicaban normas para regular la vida social: sus relaciones laborales, familiares, comerciales y privadas. En el año 121 el emperador Adriano ordenó la recopilación de todas las leyes vigentes en un código llamado Edicto Perpetuo. Con este documento se eliminaban las diferencias de interpretación de los jueces. 
La arquitectura 
Los romanos realizaron monumentales construcciones que pueden apreciarse aún hoy en diversos lugares de Europa, Asia y África. A los recursos tradicionales, la piedra y el ladrillo, agregaron el hormigón (mezcla de cal, piedra volcánica y arena), que hizo más durables y resistentes a sus obras. 
Los romanos impusieron el uso del arco de origen etrusco formado por piedras colocadas en una semicircunferencia llamada "medio punto". La sucesión de estos arcos daba lugar a distintas formas de techos llamados bóvedas. Las construcciones romanas incorporaron las columnas griegas en sus tres órdenes: jónico, dórico y corintio, y crearon uno nuevo, el toscano, una evolución del dórico. 
Construyeron miles de kilómetros de caminos, acueductos y anfiteatros, como el famoso Coliseo, templos, palacios, circos, como el Circo Máximo de Roma, con capacidad para 300.000 espectadores, puentes, arcos de triunfo y columnas honorarias. 
Escultura y pintura 
Los primeros escultores y pintores romanos copiaron a los maestros griegos. Luego fue apareciendo, hacia el siglo II a. C., una escuela romana con su propio estilo que se especializó en la realización de bustos, que reproducían parte del torso y la cabeza de un modelo, y relieves que decoraban templos y monumentos. La expresión pictórica más importante fueron los mosaicos decorativos y los frescos, como los que pueden verse hoy en las ruinas de Pompeya. 


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Tendencias sincréticas


En la religión romana el culto del dios griego Apolo (copia romana antigua de un original griego del siglo IV, Museo del Louvre) fue combinado con el culto de Sol Invictus. La adoración de Sol como protector especial de los emperadores y del imperio permaneció como principal culto imperial hasta que fue reemplazado por el Cristianismo.
En la Antigua Roma apareció una nueva mitología romana gracias a la sincretización de numerosos dioses griegos y de otras naciones. Esto ocurrió gracias a que los romanos tenían poca mitología propia y la herencia de la tradición mitológica griega provocó que los principales dioses romanos adoptasen rasgos de sus equivalentes griegos. Los dioses Zeus y Júpiter son un ejemplo de este solapamiento mitológico. Además de la combinación de dos tradiciones mitológicas, la relación de los romanos con religiones orientales llevó a más sincretizaciones. Por ejemplo, el culto del Sol fue introducido en Roma tras las exitosas campañas de Aureliano en Siria. Las divinidades asiáticas Mitra (es decir, el Sol) y Baal fueron combinadas con Apolo y Helios en un solo Sol Invictus, con ritos conglomerados y atributos compuestos. Apolo podía ser cada vez más identificado en la religión con Helios o incluso con Dioniso, pero los textos recapitulando sus mitos rara vez reflejaban estas evoluciones. La mitología literaria tradicional estaba cada vez más disociada de las prácticas religiosas reales.
La colección de himnos órficos y las Saturnales de Macrobio, conservadas desde el siglo II, también están influidas por las teorías racionalistas y las tendencias sincréticas. Los himnos órficos son un conjunto de composiciones poéticas preclásicas, atribuidas a Orfeo, a su vez objeto de un renombrado mito. En realidad, estos poemas fueron probablemente compuestos por varios poetas diferentes, y contienen un rico conjunto de indicios sobre la mitología prehistórica europea. La intención declarada de la Saturnalia es transmitir la cultura helénica que había obtenido de sus lecturas, incluso aunque mucho de su tratamiento de los dioses está contaminado por la mitología y teología egipcia y norteafricana (que también afectan la interpretación de Virgilio). En la Saturnalia reaparecen los comentarios mitográficos influenciados por los evemeristas, estoicos y neoplatónicos.


kevin Perez

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Racionalismo helenístico y romano


Durante el período helenístico, la mitología adquirió el prestigio de conocimiento elitista que señalaba a sus poseedores como pertenecientes a cierta clase. Al mismo tiempo, el giro escéptico de la edad clásica se hizo incluso más pronunciado. El mitógrafo griego Evémero fundó la tradición de buscar una base histórica real para los seres y sucesos mitológicos. Aunque su obra original (Escrituras sagradas) se ha perdido, se sabe mucho de ella por lo que registraron Diodoro Sículo y Lactancio.
Las hermenéuticas racionalizadoras de la mitología se hicieron aún más populares bajo el Imperio romano, gracias a las teorías fisicalistas de la filosofía estoica y epicúrea. Los estoicos presentaban explicaciones de los dioses y los héroes como fenómenos físicos, mientras los evemeristas los racionalizaban como personajes históricos. Al mismo tiempo, los estoicos y los neoplatónicos promovían los significados morales de la tradición mitológica, basados a menudo en las etimologías griegas. Mediante su mensaje epicúreo, Lucrecio había buscado expulsar los temores supersticiosos de las mentes de sus conciudadanos. Livio también fue escéptico respecto a la tradición mitológica y afirmaba que no intentaba enjuiciar tales leyendas (fabulae). El desafío para los romanos con un fuerte sentido apologético de la tradición religiosa era defender esa tradición mientras concedían que a menudo era un caldo de cultivo para la superstición. El anticuario Varrón, que consideraba la religión una institución humana de gran importancia para la preservación del bien en la sociedad, dedicó rigurosos estudios a los orígenes de los cultos religiosos. En su Antiquitates Rerum Divinarum (que no se conserva, aunque La ciudad de Dios de Agustín señala su enfoque general) Varrón argumenta que mientras el hombre supersticioso teme a los dioses, la auténtica persona religiosa los venera como a padres. En su obra distinguía tres tipos de dioses:
1. Dioses de la naturaleza: personificaciones de fenómenos tales como la lluvia y el fuego. 
2. Dioses de los poetas: inventados por bardos sin escrúpulos para incitar las pasiones. 
3. Dioses de la ciudad: inventados por sabios legisladores para tranquilizar e iluminar al pueblo. 
El académico romano Cotta ridiculizó tanto la aceptación literal de los mitos como la alegórica, declarando rotundamente que no tenían lugar en la filosofía. Cicerón desdeñaba generalmente los mitos, pero —como Varrón— hacía énfasis en su apoyo a la religión estatal y sus instituciones. Es difícil saber cuán bajo se extendía este racionalismo en la escala social. Cicerón afirma que nadie (ni siquiera las viejas y los niños) es tan tonto como para creer en los terrores del Hades o la existencia de Escila, los centauros u otras criaturas compuestas, pero por otra parte el orador se queja el resto del tiempo del carácter supersticioso y crédulo de la gente. De natura deorum es el resumen más exhaustivo de Cicerón de esta línea de pensamiento. 


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Concepciones griegas y romanas de los mitos

La mitología estaba en el corazón de la vida cotidiana en la antigua Grecia. Los griegos consideraban la mitología una parte de su historia. Usaban los mitos para explicar fenómenos naturales, diferencias culturales, enemistades y amistades tradicionales. Era una fuente de orgullo ser capaz de seguir la ascendencia de los propios dirigentes hasta un héroe mitológico o un dios. Pocos dudaban de la base real del relato de la Guerra de Troya en la Ilíada y la Odisea. Según Victor Davis Hanson y John Heath el conocimiento profundo de la épica homérica era considerado por los griegos la base de su culturización. Homero era la «educación de Grecia» (Ἑλλάδος παίδευσις) y su poesía «el Libro».




Platón en el fresco de Rafael La escuela de Atenas (probablemente con la apariencia de Leonardo da Vinci). El filósofo excluyó el estudio de Homero, las tragedias y las tradiciones mitológicas en las relaciones de su utópica República.
Tras el auge de la filosofía, la historia, la prosa y el racionalismo a finales del siglo V a. C. el destino de los mitos se volvió incierto y las genealogías mitológicas dieron lugar a una concepción de la historia que intentó excluir lo supernatural (tales como la historia tucididiana). Mientras los poetas y dramaturgos estaban reelaborando los mitos, los historiadores y filósofos griegos estaban empezando a criticarlos.
Unos pocos filósofos radicales como Jenófanes de Colofón estaban ya comenzando a etiquetar las historias de los poetas como mentiras blasfemas en el siglo VI a. C.: Jenófanes se había quejado de que Homero y Hesíodo atribuyesen a los dioses «todo lo que es vergonzoso y desgraciado entre los hombres: el robo, la comisión de adulterios y el engaño mutuo». Esta línea de pensamiento encontró su expresión más dramática en La República y las Leyes de Platón, quien creó sus propios mitos alegóricos (como el de Er en La República) atacando los relatos tradicionales de los engaños, robos y adulterios divinos como inmorales y oponiéndose a su papel central en la literatura. La crítica de Platón fue el primer desafío serio a la tradición mitológica homérica, refiriéndose a los mitos como «parloteo de mujeres viejas».Por su parte Aristóteles criticó el enfoque filosófico presocrático cuasi-mitológico y subrayó que «Hesíodo y los escritores teológicos estaban preocupados sólo por que les parecía plausible y no tenían respeto por nosotros. Pero no merece la pena tomar en serio a escritores que alardean en el estilo mitológico; respecto a aquellos que proceden a demostrar sus afirmaciones debemos reexaminarlos».
Sin embargo, ni siquiera Platón logró destetar a su sociedad de la influencia de los mitos: su propia caracterización de Sócrates está basada en los patrones tradicionales homéricos y trágicos, usados por el filósofo para alabar la recta vida de su maestro:
Quizá alguno de vosotros, en su interior, me esté recriminando: «¿No te avergüenza, Sócrates, verte metido en estos líos a causa de tu ocupación, que te está llevando al extremo de hacer peligrar tu propia vida?»
A éstos les respondería, y muy convencido por cierto: «Te equivocas completamente, amigo mío; un hombre con un mínimo de valentía no debe estar preocupado por esos posibles riesgos de muerte, sino que debe considerar sólo la honradez de sus acciones, si son fruto de un hombre justo o injusto. Pues, según tu razonamiento, habrían sido vidas indignas las de aquellos semidioses que murieron en Troya, sobre todo el hijo de la diosa Tetis, para quien contaba tan poco la muerte, si había que vivir vergonzosamente; éste despreciaba tanto los peligros que, en su ardiente deseo de matar a Héctor para vengar la muerte de su amigo Patroclo, no hizo caso a su madre, la diosa, cuando le dijo: "Hijo mío, si vengas la muerte de tu compañero Patroclo y matas a Héctor, tú mismo morirás, pues tu destino está unido al suyo". Al contrario, tuvo a poco la muerte y el peligro y, temiendo mucho más el vivir cobardemente que el morir por vengar a un amigo, replicó: "Prefiero morir aquí mismo, después de haber castigado al asesino, que seguir vivo, objeto de burlas y desprecios, siendo carga inútil de la tierra, arrastrándome junto a las cóncavas naves". 
Hanson y Heath estiman que el rechazo de Platón de la tradición homérica no fue recibido favorablemente por la base de la civilización griega.62 Los viejos mitos se mantuvieron vivos en cultos locales y siguieron influyendo en la poesía y constituyendo el tema principal de la pintura y la escultura.
Más deportivamente, el escritor de tragedias del siglo V a. C., Eurípides, jugó frecuentemente con las viejas tradiciones, burlándose de ellas e infundiendo notas de duda a través de la voz de sus personajes, si bien los temas de sus obras fueron tomados, sin excepción, de los mitos. Muchas de estas obras fueron escritas en respuesta a la versión de un predecesor del mismo o parecido mito. Eurípides impugna principalmente los mitos sobre los dioses y comienza su crítica con una objeción parecida a una previamente expresada por Jenócrates: los dioses, como se representaban tradicionalmente, son demasiado insensiblemente antropomórficos.


kevin Perez

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La mitología griega culmina en la Guerra de Troya

La lucha entre los griegos y los troyanos, incluyendo sus causas y consecuencias. En las obras de Homero las principales historias ya han tomado forma y sustancia, y los temas individuales fueron elaborados más tarde, especialmente en los dramas griegos. La Guerra de Troya atrajo también gran interés en la cultura romana debido a la historia del héroe troyano Eneas, cuyo viaje desde Troya llevó a la fundación de la ciudad que un día se convertiría en Roma, recogida por Virgilio en la Eneida (cuyo Libro II contiene el relato más conocido del saqueo de Troya). Finalmente hay dos pseudo-crónicas escritas en latín que pasaron bajo los nombre de Dictis Cretense y Dares Frigio. 
El ciclo de la Guerra de Troya, una colección de poemas épicos, comienza con los sucesos que desencadenaron la guerra: Eris y la manzana dorada 'para la más bella' (kallisti), el juicio de Paris, el rapto de Helena y el sacrificio de Ifigenia en Áulide. Para rescatar a Helena, los griegos organizaron una gran expedición bajo el mando del hermano de Menelao, Agamenón, rey de Argos o Micenas, pero los troyanos se negaron a liberarla. La Ilíada, que se desarrolla en el décimo año de la guerra, cuenta la disputa de Agamenón con Aquiles, que era el mejor guerrero griego, y las consiguientes muertes en batalla del amigo de Aquiles, Patroclo, y del hijo mayor de Príamo, Héctor. Tras la muerte de éste se unieron a los troyanos dos exóticos aliados: Pentesilea, reina de las Amazonas, y Memnón, rey de los etíopes e hijo de la diosa de la aurora Eos. Aquiles mató a ambos, pero Paris logró entonces matarle con una flecha en el talón, la única parte de su cuerpo vulnerable a las armas humanas. Antes de que pudieran tomar Troya, los griegos tuvieron que robar de la ciudadela la imagen de madera de Palas Atenea (el Paladio). Finalmente, con la ayuda de Atenea construyeron el caballo de Troya. A pesar de las advertencias de la hija de Príamo, Casandra, los troyanos fueron convencidos por Sinón, un griego que había fingido su deserción, para llevar el caballo dentro de las murallas de Troya como ofrenda para Atenea. El sacerdote Laocoonte, que intentó destruir el caballo, fue muerto por serpientes marinas. Al anochecer la flota griega regresó y los guerreros del caballo abrieron las puertas de la ciudad. En el completo saqueo que siguió, Príamo y sus restantes hijos fueron asesinados, pasando las mujeres troyanas a ser esclavas en varias ciudades de Grecia. Los aventurados viajes de regreso de los líderes griegos (incluyendo los vagabundeos de Odiseo y Eneas, y el asesinato de Agamenón) fueron narrados en dos épicas, los Regresos (Nostoi, hoy perdida) y la Odisea de Homero. El ciclo troyano también incluye las aventuras de los hijos de la generación troyana (por ejemplo Orestes y Telémaco). 
El ciclo troyano proporcionó una variedad de temas y se convirtió en una fuente principal de inspiración para los antiguos artistas griegos (por ejemplo, las metopas del Partenón representando el saqueo de Troya). Esta preferencia artística por los temas procedentes del ciclo troyano indica su importancia para la antigua civilización griega. El mismo ciclo mitológico también inspiró una serie de obras literarias europeas posteriores. Por ejemplo, los escritores europeos medievales troyanos, desconocedores de la obra de Homero, hallaron en la leyenda de Troya una rica fuente de historias heroicas y románticas y un marco adecuado en el que encajar sus propios ideales cortesanos y caballerescos. Autores del siglo XII, como Benoît de Sainte-Maure (Poema de Troya, 1154–60) y José Iscano (De bello troiano, 1183) describen la guerra mientras reescriben la versión estándar que encontraron en Dictis y Dares, siguiendo así el consejo de Horacio y el ejemplo de Virgilio: reescribir un poema de Troya en lugar de contar algo completamente nuevo. 

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La casa de Atreo y el ciclo tebano

Entre el Argo y la Guerra de Troya hubo una generación conocida principalmente por sus horrendos crímenes. Éstos incluyen los hechos de Atreo y Tiestes en Argos. Tras el mito de la casa de Atreo (una de las dos principales dinastías heroicas junto con la casa de Lábdaco) está el problema de la devolución de poder y la forma de ascensión al trono. Los gemelos Atreo y Tiestes con sus descendientes jugaron el papel protagonista en la tragedia de la devolución de poder en Micenas. 
El ciclo tebano trata de los sucesos relacionados especialmente con Cadmo, el fundador de la ciudad, y posteriormente con los hechos de Layo y Edipo en Tebas, una serie de historias que llevaron al saqueo final de la ciudad a manos de Los siete contra Tebas y los Epígonos. (No se sabe si figuraban en la épica original.) En lo referente a Edipo, los relatos épicos antiguos parecen dejarle seguir gobernando en Tebas tras la revelación de que Yocasta era su madre, y desposando luego a una segunda esposa que se convirtió en madre de sus hijos, lo que resulta muy diferente a la historia que conocemos por las tragedias (por ejemplo, el Edipo rey de Sófocles) y los relatos mitológicos posteriores.


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Los argonautas

La única épica helenística conservada, las Argonáuticas de Apolonio de Rodas (poeta épico, investigador y director de la Biblioteca de Alejandría) narra el mito del viaje de Jasón y los Argonautas para recuperar el vellocino de oro de la mítica tierra de Cólquida. En las Argonáuticas Jasón es empujado a su búsqueda por el rey Pelias, quien recibe una profecía sobre un hombre con una sandalia que sería su némesis. Jasón pierde una sandalia en un río, llegando a la corte de Pelias e iniciando así la épica. Casi todos los miembros de la siguiente generación de héroes, además de Heracles, fueron con Jasón en el Argo para buscar el vellocino de oro. Esta generación también incluía a Teseo, que fue a Creta a matar al Minotauro, a la heroína Atalanta y a Meleagro, que una vez tuvo un ciclo épico propio que rivalizaba con la Ilíada y la Odisea. Píndaro, Apolonio y Apolodoro se esforzaron en dar listas completas de los Argonautas. 
Aunque Apolonio escribió su poema en el siglo III a. C., la composición de la historia de los Argonautas es anterior a la Odisea, que muestra familiaridad con las hazañas de Jasón (las andanzas de Odiseo pueden haber estado parcialmente basadas en ellas). En épocas antiguas la expedición se consideraba un hecho histórico, un incidente en la apertura del mar Negro al comercio y la colonización griegas. También fue extremadamente popular, constituyendo un ciclo al que se adjuntaron muchas leyendas locales. En particular, la historia de Medea cautivó la imaginación de los poetas trágicos. 


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Heracles y Heráclidas

Algunos investigadores creen que tras la complicada mitología de Heracles probablemente hubo un hombre real, quizás un cacique-vasallo del reino de Argos. Otros sugieren que la historia de Heracles es una alegoría del paso anual del sol por las doce constelaciones del zodiaco. Y otros señalan mitos anteriores de otras culturas, mostrando la historia de Heracles como una adaptación local de mitos heroicos ya bien asentados. Tradicionalmente Heracles era el hijo de Zeus y Alcmena, nieta de Perseo. Sus fantásticas hazañas en solitario, con sus muchos temas folclóricos, proporcionaron mucho material a las leyendas populares. Es retratado como un sacrificador, mencionado como fundador de los altares e imaginado como un comensal voraz, papel éste en el que aparece en las comedias, mientras su lamentable final proporcionó mucho material para las tragedias: Heracles es considerada por Thalia Papadopoulou «una obra de gran importancia para el examen de otros dramas euripideos». En el arte y la literatura Heracles era representado como un hombre enormemente fuerte de altura moderada, siendo su arma característica el arco pero también frecuentemente la clava. Las vasijas pintadas demuestran la popularidad inigualable de Heracles, apareciendo su lucha con el león muchos cientos de veces. 
Heracles también entró en la mitología y el culto etruscos y romanos, y la exclamación mehercule se hizo tan familiar a los romanos como Herakleis lo fue para los griegos. En Italia fue adorado como un dios de los mercaderes y el comercio, si bien otros también le rezaban por sus dones característicos de buena suerte y rescate del peligro. 
Heracles logró el más alto prestigio social mediante su puesto de ancestro oficial de los reyes dorios. Esto sirvió probablemente como legitimación para las migraciones dorias al Peloponeso. Hilo, el héroe epónimo de una tribu doria, se convirtió en un Heráclida, nombre que recibían los numerosos descendientes de Heracles, entre los que se contaban Macaria, Lamos, Manto, Bianor, Tlepólemo y Télefo. Estos Heráclidas conquistaron los reinos peloponesos de Micenas, Esparta y Argos, reclamando según la leyenda el derecho a gobernarlos debido a su ascendencia. Su ascenso al poder se denomina frecuentemente «invasión doria». Los reyes lidios y más tarde los macedonios, como gobernantes del mismo rango, también pasaron a ser Heráclidas. 
Otros miembros de la primera generación de héroes, como Perseo, Deucalión, Teseo y Belerofonte, tienen muchos rasgos en común con Heracles. Como él, sus hazañas son en solitario, fantásticas y bordeando el cuento de hadas, pues mataron monstruos como la Quimera y la Medusa. Enviar a un héroe a una muerte segura es también un tema frecuente en esta primera tradición heroica, como en los casos de Perseo y Belerofonte. 


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La edad de los dioses y los mortales

Uniendo la edad en la que los dioses vivían solos y la edad en la que la interferencia divina en los asuntos humanos era limitada había una edad de transición en la que los dioses y los mortales se mezclaban libremente. Fueron estos los primeros días del mundo, cuando los grupos se mezclaban más libremente de lo que lo harían luego. La mayoría de estas historias fueron luego narradas por Ovidio en Las metamorfosis y se dividen a menudo en dos grupos temáticos: historias de amor e historias de castigo. 
Las historias de amor solían incluir el incesto o la seducción o violación de una mujer mortal por parte de un dios, resultando en una descendencia heroica. Estas historias sugieren generalmente que las relaciones entre dioses y mortales son algo a evitar, incluso las relaciones consentidas raramente tienen finales felices. En unos pocos casos, una divinidad femenina se empareja con un hombre mortal, como en el Himno homérico a Afrodita, donde la diosa yace con Anquises concibiendo a Eneas. 
El segundo tipo de historias (las de castigo) trata de la apropiación o invención de algún artefacto cultural importante, como cuando Prometeo roba el fuego a los dioses, cuando éste o Licaón inventa el sacrificio, cuando Tántalo roba néctar y ambrosía de la mesa de Zeus y los da a sus propios súbditos, revelándoles los secretos de los dioses, cuando Deméter enseña la agricultura y los Misterios a Triptólemo, o cuando Marsias inventa el aulos y se enfrenta en un concurso musical con Apolo. Ian Morris considera las aventuras de Prometeo «un punto entre la historia de los dioses y la del hombre».Un fragmento de papiro anónimo, datado en el siglo III a. C., retrata vívidamente el castigo de Dioniso al rey de Tracia, Licurgo, cuyo reconocimiento del nuevo dios llegó demasiado tarde, ocasionando horribles castigos que se extendieron hasta la otra vida. La historia de la llegada de Dioniso para establecer su culto en Tracia fue también el tema de una trilogía esquiliana. En otra tragedia, Las bacantes de Eurípides, el rey de Tebas, Penteo, es castigado por Dioniso por haber sido irrespetuoso con él y espiado a las Ménades, sus adoradoras.
En otra historia, basada en un antiguo tema folclórico y reflejando otro tema parecido, Deméter estaba buscando a su hija Perséfone tras haber tomado la forma de una anciana llamada Doso y recibió la hospitalaria bienvenida de Céleo, el rey de Eleusis en Ática. Como regalo para Céleo por su hospitalidad, Deméter planeó hacer inmortal a su hijo Demofonte, pero no pudo completar el ritual porque su madre Metanira la sorprendió poniendo al niño en el fuego y chilló asustada, lo que enfureció a Deméter, quien lamentó que los estúpidos mortales no entendiesen el ritual. 


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El panteón griego


Según la mitología clásica, tras el derrocamiento de los Titanes el nuevo panteón de dioses y diosas fue confirmado. Entre los principales dioses griegos estaban los olímpicos, residiendo sobre el Olimpo bajo la mirada de Zeus. (La limitación de su número a doce parece haber sido una idea comparativamente moderna.) Aparte de estos, los griegos adoraban a diversos dioses rupestres, al semidiós rústico Pan, las ninfas —náyades que moraban en las fuentes, dríades en los árboles y nereidas en el mar—, dioses-río, sátiros y otros. Además, había poderes oscuros del inframundo, como las Erinias (o Furias), que se decía que perseguían a los culpables de crímenes contra los parientes. Para honrar al antiguo panteón griego, los poetas compusieron los himnos homéricos (un conjunto de 33 canciones). Gregory Nagy considera a «los más extensos himnos homéricos como simples preludios (comparados con la Teogonía), cada uno de los cuales invoca a un dios».
En la amplia variedad de mitos y leyendas que forman la mitología griega, las deidades que eran nativas de los pueblos griegos se describían como esencialmente humanas pero con cuerpos ideales. Según Walter Burkert la característica definitoria del antropomorfismo griego es que «los dioses griegos son personas, no abstracciones, ideas o conceptos».Con independencia de sus formas esenciales, los antiguos dioses griegos tienen muchas habilidades fantásticas, siendo la más importante ser inmunes a las enfermedades y poder resultar heridos sólo bajo circunstancias altamente inusuales. Los griegos consideraban la inmortalidad como característica distintiva de los dioses; inmortalidad que, al igual que su eterna juventud, era asegurada mediante el constante uso de néctar y ambrosía, que renovaba la sangre divina en sus venas. 
Cada dios desciende de su propia genealogía, persigue intereses diferentes, tiene una cierta área de su especialidad y está guiado por una personalidad única; sin embargo, estas descripciones emanan de una multitud de variantes locales arcaicas, que no siempre coinciden entre ellas. Cuando se aludía a estos dioses en la poesía, la oración o los cultos, se hacía mediante una combinación de su nombre y epítetos, que los identificaban por estas distinciones del resto de sus propias manifestaciones (por ejemplo Apolo Musageta era 'Apolo [como] jefe de las Musas'). Alternativamente el epíteto puede identificar un aspecto particular o local del dios, a veces se cree que arcaico ya durante la época clásica de Grecia.
La mayoría de los dioses estaban relacionados con aspectos específicos de la vida. Por ejemplo, Afrodita era la diosa del amor y la belleza, mientras Ares era el dios de la guerra, Hades el de los muertos y Atenea la diosa de la sabiduría y el valor. Algunas deidades como Apolo y Dioniso revelaban personalidades complejas y mezcolanza de funciones, mientras otros como Hestia (literalmente 'hogar') y Helios (literalmente 'sol') eran poco más que personificaciones. Los templos más impresionantes tendían a estar dedicados a un número limitado de dioses, que fueron el centro de grandes cultos panhelénicos. Era sin embargo común que muchas regiones y poblaciones dedicasen sus propios cultos a dioses menores. Muchas ciudades también honraban a los dioses más conocidos con ritos locales característicos y les asociaban extraños mitos desconocidos en los demás lugares. Durante la era heroica, el culto a los héroes (o semidioses) complementó a la de los dioses.


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La edad de los dioses


Amor Vincit Omnia ('Amor lo conquista todo'), una representación del dios del amor, Eros, por Caravaggio, c. 1601–1602.
Véanse también: Dioses primordiales de la mitología griega y Genealogías de la mitología griega
Los «mitos de origen» o «mitos de creación» representan un intento por hacer comprensible el universo en términos humanos y explicar el origen del mundo.La versión más ampliamente aceptada en la época, si bien un relato filosófico del comienzo de las cosas, es la recogida por Hesíodo en su Teogonía. Empieza con el Caos, un profundo vacío. De éste emergió Gea (la Tierra) y algunos otros seres divinos primordiales: Eros (Amor), el Abismo (Tártaro) y el Érebo. Sin ayuda masculina, Gea dio a luz a Urano (el Cielo), que entonces la fertilizó. De esta unión nacieron primero los Titanes: Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Tea, Rea, Temis, Mnemósine, Febe, Tetis y Crono. Tras éste, Gea y Urano decretaron que no nacerían más Titanes, de forma que siguieron los Cíclopes de un solo ojo y los Hecatónquiros o Centimanos. Crono («el más joven, de mente retorcida, el más terrible de los hijos [de Gea]») castró a su padre y se convirtió en el gobernante de los dioses con su hermana y esposa Rea como consorte y los otros Titanes como su corte.
El tema de conflicto padre-hijo se repitió cuando Crono se enfrentó con su hijo, Zeus. Tras haber traicionado a su padre, Crono temía que su descendencia hiciera lo mismo, por lo que cada vez que Rea daba a luz un hijo, él lo secuestraba y se los tragaba. Rea lo odiaba y le engañó escondiendo a Zeus y envolviendo una piedra en pañales, que Crono se tragó. Cuando Zeus creció, dio a su padre una droga que le obligó a vomitar a sus hermanos y a la piedra, que habían permanecido en el estómago de Crono todo el tiempo. Zeus luchó entonces contra él por el trono de los dioses. Al final, con la ayuda de los Cíclopes (a quienes liberó del Tártaro), Zeus y sus hermanos lograron la victoria, condenando a Crono y los Titanes a prisión en el Tártaro.23
Zeus sufrió la misma preocupación y, después de que fuera profetizado que su primera esposa Metis daría a luz un dios «más grande que él», se la tragó. Sin embargo Metis ya estaba encinta de Atenea y esto le entristeció hasta que ésta brotó de su cabeza, adulta y vestida para la guerra. Este «renacimiento» de Atenea fue usado como excusa para explicar por qué no fue derrocado por la siguiente generación de dioses, al tiempo que explica su presencia. Es probable que los cambios culturales ya en progreso absorbieran el arraigado culto local de Atenea en Atenas dentro del cambiante panteón olímpico sin conflicto porque no podía ser derrocado.
El pensamiento griego antiguo sobre poesía consideraba la teogonía como el género poético prototípico —el mythos prototípico— y le atribuía poderes casi mágicos. Orfeo, el poeta arquetípico, era también el arquetipo de cantante de teogonías, que usaba para calmar mares y tormentas en las Argonáuticas de Apolonio, y para conmover los pétreos corazones de los dioses del inframundo en su descenso al Hades. Cuando Hermes inventa la lira en el Himno homérico a Hermes, lo primero que hace es cantar el nacimiento de los dioses. La Teogonía de Hesíodo no es sólo el relato sobre los dioses conservados más completos, sino también el relato conservado más completo de la función arcaica de los poetas, con su larga invocación preliminar a las Musas. La teogonía fue también el tema de muchos poemas hoy perdidos, incluyendo los atribuidos a Orfeo, Museo, Epiménides, Abaris y otros legendarios videntes, que se usaban en rituales privados de purificación y en ritos mistéricos. Hay indicios de que Platón estaba familiarizado con alguna versión de la teogonía órfica. Sin embargo, se esperaba silencio sobre estos ritos y creencias religiosas, y que los miembros de la secta no hablasen sobre su naturaleza mientras creyesen en ellos. Después de que dejaran de ser creencias religiosas, pocos sabían sobre estos ritos y rituales. A menudo existieron alusiones, sin embargo, a aspectos que eran bastante públicos.
Existieron imágenes sobre cerámicas y obras religiosas que fueron interpretados o más probablemente malinterpretados en muchos mitos y leyendas diferentes. Unos pocos fragmentos de estas obras se conservan en citas de filósofos neoplatónicos y fragmentos de papiro recientemente desenterrados. Uno de estos fragmentos, el papiro de Derveni, demuestra actualmente que al menos en el siglo V a. C. existía un poema teogónico-cosmogónico de Orfeo. Este poema intentaba superar a la Teogonía de Hesíodo y la genealogía de los dioses se ampliaba con Nix (la Noche) como un comienzo definitivo antes de Urano, Crono y Zeus. La Noche y la Oscuridad podían equipararse al Caos.
Los primeros cosmólogos filosóficos reaccionaron contra, o a veces se basaron en, las concepciones míticas populares que habían existido en el mundo griego por algún tiempo. Algunas de estas concepciones populares pueden ser deducidas de la poesía de Homero y Hesíodo. En Homero, la Tierra era vista como un disco plano flotando en el río de Océano y dominado por un cielo semiesférico con sol, luna y estrellas. El Sol (Helios) cruzaba los cielos como auriga y navegaba alrededor de la Tierra en una copa dorada por la noche. Podían dirigirse oraciones y prestar juramentos por el sol, la tierra, el cielo, los ríos y los vientos. Las fisuras naturales se consideraban popularmente entradas a la morada subterránea de Hades, hogar de los muertos.


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Fuentes arqueológicas


Aquiles matando a un prisionero troyano frente a Caronte en una crátera-cáliz de figuras rojas etrusca hechas sobre finales del siglo IV o principios del III a. C.
El descubrimiento de la civilización micénica por el arqueólogo aficionado alemán Heinrich Schliemann en el siglo XIX y el de la civilización minoica en Creta por el arqueólogo británico sir Arthur Evans en el XX ayudaron a explicar muchas de las preguntas existentes sobre las épicas de Homero y proporcionaron evidencias arqueológicas de muchos de los detalles mitológicos sobre dioses y héroes. Desafortunadamente, la evidencia sobre mitos y rituales en los yacimientos micénicos y minoicos es completamente monumental, ya que las inscripciones en lineal B (una forma antigua de griego hallado tanto en Creta como en Grecia) fueron usadas principalmente para registrar inventarios, si bien los nombres de dioses y héroes han sido dudosamente revelados. 
Los diseños geométricos sobre cerámica del siglo VIII a. C. representan escenas del ciclo troyano, así como las aventuras de Heracles. Estas representaciones visuales de los mitos son importantes por dos razones: por una parte muchos mitos griegos son atestiguados en vasijas antes que en fuentes literarias (por ejemplo, de los doce trabajos de Heracles solo la aventura de Cerbero aparece en un texto literario contemporáneo), y por otra las fuentes visuales representan a veces mitos o escenas míticas que no están recogidas en ninguna fuente literaria conservada. En algunos casos, la primera representación conocida de un mito en el arte geométrico es anterior en varios siglos a su primera representación conocida en la poesía arcaica tardía. En los periodos arcaico (c. 750–500 a. C.), clásico (c. 480–323 a. C.) y helenístico aparecen escenas homéricas y varias otras para complementar las evidencias literarias existentes. 



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Fuentes literarias


El poeta romano Virgilio, representado aquí en el manuscrito del siglo V Vergilius Romanus, conservó detalles de la mitología griega en muchas de sus obras.
Los relatos míticos juegan un papel importante en casi todos los géneros de la literatura griega. A pesar de ello, el único manual general mitográfico conservado de la antigüedad griega fue la Biblioteca mitológica de Pseudo-Apolodoro. Esta obra intenta reconciliar las historias contradictorias de los poetas y proporciona un gran resumen de la mitología tradicional griega y las leyendas heroicas. Apolodoro vivió entre c. 180–120 a. C. y escribió sobre muchos de estos temas, pero sin embargo la Biblioteca discute sucesos que tuvieron lugar mucho después de su muerte, y de ahí el nombre Pseudo-Apolodoro.
Entre las fuentes literarias más antiguas están los dos poemas épicos de Homero, la Ilíada y la Odisea. Otros poetas completaron el «ciclo épico», pero estos poemas menores posteriores se han perdido casi en su totalidad. Aparte de su nombre tradicional, los himnos homéricos no tienen relación directa con Homero. Son himnos corales de la parte más antigua de la llamada época lírica. Hesíodo, un posible contemporáneo de Homero, ofrece en su Teogonía ('Origen de los dioses') el relato más completo de los primeros mitos griegos, tratando de la creación del mundo, el origen de los dioses, los Titanes y los Gigantes, incluyendo elaboradas genealogías, relatos populares y mitos etiológicos. Los Trabajos y días de Hesíodo, un poema didáctico sobre la vida agrícola, incluye también los mitos de Prometeo, Pandora y las cuatro edades. El poeta da consejo sobre la mejor forma de triunfar en un mundo peligroso, vuelto aún más peligroso por sus dioses. 
Los poetas líricos tomaron a menudo sus temas de los mitos, pero el tratamiento se fue haciendo cada vez menos narrativo y más alusivo. Los poetas líricos griegos, incluidos Píndaro, Baquílides y Simónides, y los bucólicos, como Teócrito y Bión, cuentan sucesos mitológicos individuales.[7] Adicionalmente, los mitos fueron cruciales para el drama ateniense clásico. Los dramaturgos trágicos Esquilo, Sófocles y Eurípides tomaron la mayoría de sus tramas de la edad de los héroes y la Guerra de Troya. Muchas de las grandes historias trágicas (como Agamenón y sus hijos, Edipo, Jasón, Medea, etcétera) tomaron su forma clásica en estas obras trágicas. El dramaturgo cómico Aristófanes también usó mitos, en Las aves y Las ranas.
Los historiadores Heródoto y Diodoro Sículo y los geógrafos Pausanias y Estrabón, que viajaron por todo el mundo griego y recogieron las historias que oían, proporcionan numerosos mitos y leyendas locales, dando a menudo versiones alternativas poco conocidas.En particular Heródoto buscó las diversas tradiciones que se le presentaban y halló las raíces históricas o mitológicas en la confrontación entre Grecia y el Este,intentando reconciliar los orígenes y mezclas de distintos conceptos culturales.
La poesía de las épocas helenística y romana, aunque compuestas como ejercicios literarios más que culturales. Sin embargo, contienen muchos detalles importantes que de otra forma se habrían perdido. Esta categoría incluye las obras de:
Los poetas romanos Ovidio, Estacio, Valerio Flaco, Séneca y Virgilio, con el comentario de Servio. 
Los poetas griegos de la antigüedad tardía Nono, Antonino Liberal y Quinto de Esmirna. 
Los poetas griegos del periodo helenístico Apolonio de Rodas, Calímaco, Pseudo-Eratóstenes y Partenio. 
Las novelas antiguas de autores griegos y romanos como Apuleyo, Petronio, Loliano y Heliodoro. 
Las Fabulae y De astronomica del escritor romano conocido como Pseudo-Higino son dos importantes compendios no poéticos de mitos. Otras dos fuentes útiles son las Imágenes de Filóstrato y las Descripciones de Calístrato.
Finalmente, Arnobio y varios escritores bizantinos proporcionan detalles importantes de mitos, muchos de ellos procedentes de obras griegas anteriores actualmente perdidas. Entre estos se incluyen un léxico de Hesiquio, la Suda y los tratados de Juan Tzetzes y Eustacio. El punto de vista moralizador cristiano sobre los mitos griegos se resume en el dicho ἐν παντὶ μύθῳ καὶ τὸ Δαιδάλου μύσος en panti muthōi kai to Daidalou musos ('en todo mito está la profanación de Dédalo'), sobre el que dice la Suda que alude al papel de Dédalo al satisfacer la «lujuria antinatural» de Pasífae por el toro de Poseidón: «Dado que el origen y culpa de estos males se atribuyeron a Dédalo y fue odiado por ellos, se convirtió en el objeto del proverbio.


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La mitología griega

Es el conjunto de mitos y leyendas pertenecientes a los antiguos griegos que tratan de sus dioses y héroes, la naturaleza del mundo y los orígenes y significado de sus propios cultos y prácticas rituales. Formaban parte de la religión de la Antigua Grecia. Los investigadores modernos recurren a los mitos y los estudian en un intento por arrojar luz sobre las instituciones religiosas y políticas de la antigua Grecia y su civilización, así como para entender mejor la naturaleza de la propia creación de los mitos.
La mitología griega aparece explícitamente en una extensa colección de relatos e implícitamente en artes figurativas, como cerámica pintada y ofrendas votivas. Los mitos griegos intentan explicar los orígenes del mundo y detallan las vidas y aventuras de una amplia variedad de dioses, héroes y otras criaturas mitológicas. Estos relatos fueron originalmente difundidos en una tradición poética oral, si bien actualmente los mitos se conocen principalmente gracias a la literatura griega.
Las fuentes literarias más antiguas conocidas, los poemas épicos de la Ilíada y la Odisea, se centran en los sucesos en torno a la Guerra de Troya. Dos poemas del casi contemporáneo de Homero, Hesíodo, la Teogonía y los Trabajos y días, contienen relatos sobre la génesis del mundo, la sucesión de gobernantes divinos y épocas humanas y el origen de las tragedias humanas y las costumbres sacrificiales. También se conservaron mitos en los himnos homéricos, en fragmentos de poesía épica del ciclo troyano, en poemas líricos, en las obras de los dramaturgos del siglo V a. C., en escritos de los investigadores y poetas del período helenístico y en textos de la época del Imperio romano de autores como Plutarco y Pausanias.
Los hallazgos arqueológicos suponen una importante fuente de detalles sobre la mitología griega, con dioses y héroes presentes prominentemente en la decoración de muchos objetos. Diseños geométricos sobre cerámica del siglo VIII a. C. representan escenas del ciclo troyano, así como aventuras de Heracles. En los subsiguientes periodos arcaico, clásico y helenístico aparecen escenas mitológicas homéricas y de otras varias fuentes para complementar la evidencia literaria existente.
La mitología griega ha ejercido una amplia influencia sobre la cultura, el arte y la literatura de la civilización occidental y sigue siendo parte del patrimonio y lenguaje cultural occidentales. Poetas y artistas han hallado inspiración en ella desde las épocas antiguas hasta la actualidad y han descubierto significado y relevancia contemporáneos en los temas mitológicos clásicos


kevin Perez

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La expansión de la cultura griega: el helenismo

El mundo griego se ha ido ensanchando enormemente con las conquistas de Alejandro; los pueblos de Asia y Egipto, donde hasta entonces el helenismo se había introducido con timidez, son ahora los que, adoptando el gusto griego, renuevan los estilos con entusiasmo juvenil. Grecia renace en estas tierras de adopción: Alejandría, Pérgamo, Antioquía, Éfeso son ahora las nuevas capitales del arte; cada una de ellas contribuye con una nota especial. Se comprende que haya tanta variedad en el arte griego de estos siglos, porque diversos fueron también los pueblos que lo asimilaron. A todo este período, en un principio, se le llamó simplemente alejandrino, por creer que fue en la nueva metrópoli africana donde el arte y la cultura griegas se desarrollaron con preferencia. Pero hoy, para hacer justicia a los pueblos de Asia que contribuyeron tanto o más que Alejandría a la última evolución del arte griego, se ha preferido designarlo con el nombre más general de helénico.
Debió de existir un arte helénico en Egipto, sobre todo en Alejandría; hubo un arte o varios artes helenísticos en Asia: Pérgamo, Rodas y Antioquía; un arte helénico en Italia, que contribuyó no poco a la formación del arte romano, y hasta un arte helénico en la propia Grecia. La misma Atenas no debía de permanecer extraña a este gran movimiento, y, sobre todo los nuevos príncipes, sucesores de Alejandro, sintieron por ella especial predilección. De Asia le enviaban sus tesoros; es significativo que uno de los velos del templo de Jerusalén pasara al Partenón, y que Antíoco Epífano, desde Siria, diera nuevo impulso a la construcción del Olimpeión, o templo de Júpiter en Atenas, que se había empezado ya en el siglo V, antes de las guerras con los persas. El gran edificio quedó sin concluir; sus gigantescas columnas corintias causaban a los viajeros de la época romana el mismo asombro que producen en nuestros días.Vitruvio lo cita como ejemplo entre los templos hípetros, esto es, los que en su doble columnata encierran una celia abierta, como un patio al aire libre. Adriano más tarde impulsó de nuevo su construcción, pero, a pesar de ello, aquel edificio gigantesco quedó otra vez sin terminar. Otros ejemplos del prestigio que ejercía aún Atenas son los exvotos que Atalo, rey de Pérgamo, envió para la Acrópolis, y
los Propileos o puerta monumental del vecino santuario de Eleusis, construidos por el romano Apio Claudio y de los cuales se han encontrado unos bellísimos capiteles triangulares con grifos y hermosas hojas rizadas de acanto.
El pequeño edificio octogonal llamado torre de los Vientos, en Atenas, data también de esta época. Debía de sostener una clepsidra (reloj de agua) o un gnomon (reloj solar). Estaba en el centro de una plaza mercado, porque otra construcción parecida se ve en una pintura de Pompeya en medio de una plaza porticada, que debe de representar un mercado de carne. Los pórticos o edificios que rodeaban dicha torre han desaparecido ya. El gracioso edículo lleva este nombre por los ocho relieves, con figuras que representan cada uno de los vientos, que forman una especie de friso en la parte superior.
En toda Grecia, por obra de espléndidos protectores, se erigieron en este período numerosas construcciones monumentales. El santuario de Olimpia, por ejemplo, debía de cambiar de aspecto con el edificio circular llamado Filipeión y el pórtico de Eco, con las estatuas de los generales compañeros de Alejandro, y más tarde, en la época romana, con la Exedra de Herodes Ático y muchas nuevas construcciones imperiales. Pero la piedad se había encauzado aún más, por esta época, hacia el viejo santuario de la isla de Delos. Las excavaciones de la árida isla por los franceses de la escuela de Atenas han puesto de manifiesto lo que era una de estas ciudades nacidas en la época helenística alrededor de un santuario. La población debió de ser cosmopolita; existía ya un barrio para los italianos y otro para los levantinos; la urbanización, adaptándose algo a los accidentes del terreno, seguía, por lo común, la regla del antiguo arquitecto jónico Hipoda-mos de Mileto, que prescribe el cuadriculado de las calles.
Un curioso edificio de Delos es el llamado pórtico de los Toros, una larga sala de techo sostenido por pilares con unas ménsulas en forma de toros arrodillados. Esta especie de capitel o ménsula con animales se empleó frecuentemente en la época romana; ya se verá como, en este período helenístico, se crearon también muchos de los tipos arquitectónicos que Roma imitó después.
Más regular todavía en su urbanización, completamente dispuesta según el riguroso método del cuadriculado, es Priene, una famosa ciudad helenística de Asia. Por el perfecto estado de conservación de sus ruinas, se la puede tomar como modelo de una ciudad helenística de segundo orden. Priene está asentada en un contrafuerte rocoso de montañas sobre el valle del Meandro; desde las terrazas que forman las calles se ve el río, serpenteando, atravesar la llanura hasta perderse en el mar. A pesar de la fuerte inclinación del suelo, las calles se cruzan en ángulo recto: hay seis horizontales, más anchas, y dieciséis perpendiculares que bajan en rápida pendiente, por lo que se tiene necesidad de formar peldaños para superar el desnivel del terreno.
El mundo griego se ha ido ensanchando enormemente con las conquistas de Alejandro; los pueblos de Asia y Egipto, donde hasta entonces el helenismo se había introducido con timidez, son ahora los que, adoptando el gusto griego, renuevan los estilos con entusiasmo juvenil. Grecia renace en estas tierras de adopción: Alejandría, Pérgamo, Antioquía, Éfeso son ahora las nuevas capitales del arte; cada una de ellas contribuye con una nota especial. Se comprende que haya tanta variedad en el arte griego de estos siglos, porque diversos fueron también los pueblos que lo asimilaron. A todo este período, en un principio, se le llamó simplemente alejandrino, por creer que fue en la nueva metrópoli africana donde el arte y la cultura griegas se desarrollaron con preferencia. Pero hoy, para hacer justicia a los pueblos de Asia que contribuyeron tanto o más que Alejandría a la última evolución del arte griego, se ha preferido designarlo con el nombre más general de helénico.
Debió de existir un arte helénico en Egipto, sobre todo en Alejandría; hubo un arte o varios artes helenísticos en Asia: Pérgamo, Rodas y Antioquía; un arte helénico en Italia, que contribuyó no poco a la formación del arte romano, y hasta un arte helénico en la propia Grecia. La misma Atenas no debía de permanecer extraña a este gran movimiento, y, sobre todo los nuevos príncipes, sucesores de Alejandro, sintieron por ella especial predilección. De Asia le enviaban sus tesoros; es significativo que uno de los velos del templo de Jerusalén pasara al Partenón, y que Antíoco Epífano, desde Siria, diera nuevo impulso a la construcción del Olimpeión, o templo de Júpiter en Atenas, que se había empezado ya en el siglo V, antes de las guerras con los persas. El gran edificio quedó sin concluir; sus gigantescas columnas corintias causaban a los viajeros de la época romana el mismo asombro que producen en nuestros días.Vitruvio lo cita como ejemplo entre los templos hípetros, esto es, los que en su doble columnata encierran una celia abierta, como un patio al aire libre. Adriano más tarde impulsó de nuevo su construcción, pero, a pesar de ello, aquel edificio gigantesco quedó otra vez sin terminar. Otros ejemplos del prestigio que ejercía aún Atenas son los exvotos que Atalo, rey de Pérgamo, envió para la Acrópolis, y
los Propileos o puerta monumental del vecino santuario de Eleusis, construidos por el romano Apio Claudio y de los cuales se han encontrado unos bellísimos capiteles triangulares con grifos y hermosas hojas rizadas de acanto.
El pequeño edificio octogonal llamado torre de los Vientos, en Atenas, data también de esta época. Debía de sostener una clepsidra (reloj de agua) o un gnomon (reloj solar). Estaba en el centro de una plaza mercado, porque otra construcción parecida se ve en una pintura de Pompeya en medio de una plaza porticada, que debe de representar un mercado de carne. Los pórticos o edificios que rodeaban dicha torre han desaparecido ya. El gracioso edículo lleva este nombre por los ocho relieves, con figuras que representan cada uno de los vientos, que forman una especie de friso en la parte superior.
En toda Grecia, por obra de espléndidos protectores, se erigieron en este período numerosas construcciones monumentales. El santuario de Olimpia, por ejemplo, debía de cambiar de aspecto con el edificio circular llamado Filipeión y el pórtico de Eco, con las estatuas de los generales compañeros de Alejandro, y más tarde, en la época romana, con la Exedra de Herodes Ático y muchas nuevas construcciones imperiales. Pero la piedad se había encauzado aún más, por esta época, hacia el viejo santuario de la isla de Delos. Las excavaciones de la árida isla por los franceses de la escuela de Atenas han puesto de manifiesto lo que era una de estas ciudades nacidas en la época helenística alrededor de un santuario. La población debió de ser cosmopolita; existía ya un barrio para los italianos y otro para los levantinos; la urbanización, adaptándose algo a los accidentes del terreno, seguía, por lo común, la regla del antiguo arquitecto jónico Hipoda-mos de Mileto, que prescribe el cuadriculado de las calles.
Un curioso edificio de Delos es el llamado pórtico de los Toros, una larga sala de techo sostenido por pilares con unas ménsulas en forma de toros arrodillados. Esta especie de capitel o ménsula con animales se empleó frecuentemente en la época romana; ya se verá como, en este período helenístico, se crearon también muchos de los tipos arquitectónicos que Roma imitó después.
Más regular todavía en su urbanización, completamente dispuesta según el riguroso método del cuadriculado, es Priene, una famosa ciudad helenística de Asia. Por el perfecto estado de conservación de sus ruinas, se la puede tomar como modelo de una ciudad helenística de segundo orden. Priene está asentada en un contrafuerte rocoso de montañas sobre el valle del Meandro; desde las terrazas que forman las calles se ve el río, serpenteando, atravesar la llanura hasta perderse en el mar. A pesar de la fuerte inclinación del suelo, las calles se cruzan en ángulo recto: hay seis horizontales, más anchas, y dieciséis perpendiculares que bajan en rápida pendiente, por lo que se tiene necesidad de formar peldaños para superar el desnivel del terreno.                                                              
                             
 
Torre de los Vientos en Atenas. Esta torre de planta octogonal, construida por obra de Andrónico de Cirros en el siglo I a.C, contenía probablemente un reloj hidráulico. Dichos relojes servían para indicar la dirección del viento. Los lados del octógono de la torre corresponderían a cada punto de la rosa de los vientos. En lo alto del reloj, un  
 

Torre de los Vientos en Atenas. Esta torre de planta octogonal, construida por obra de Andrónico de Cirros en el siglo I a.C, contenía probablemente un reloj hidráulico. Dichos relojes servían para indicar la dirección del viento. Los lados del octógono de la torre corresponderían a cada punto de la rosa de los vientos. En lo alto del reloj, un pequeño Tritón, hoy desaparecido, servía de veleta


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